Un dolor agudo, o sea el que surge por una condición de salud específica y luego desaparece, cumple con el papel de alertar sobre la presencia de algún problema o daño en el organismo. En otras palabras, es un indicador del cerebro para que cada quien atienda a algo negativo que sucede en su cuerpo. El dolor crónico, en cambio, pierde ese papel de indicador y se convierte en un factor tóxico para la mente.
La catastrofización ante el dolor ha sido definida de diferentes maneras, pero todas ellas tienen mucho en común. En principio, se entiende como una orientación cognitiva y emocional muy negativa frente al dolor físico. También, como una tendencia desmesurada a enfocarse en la experiencia de dolor, magnificar el daño ocasionado por este y construir la idea de que se es incapaz de manejar esta experiencia. Lo anterior puede resumirse diciendo que se trata de una marcada aversión al dolor físico, unida a sensaciones fóbicas y acompañada de un profundo sentimiento de desesperanza. Se ha establecido que todos estos sentimientos y emociones en conjunto provocan un incremento del dolor físico, lo cual, a su vez, refuerza la catastrofización.
Se trata de una construcción psicológica en la que el dolor físico es abordado desde una perspectiva extremadamente negativa. El efecto de ese abordaje, paradójicamente, es un incremento del dolor mismo y de la experiencia de sufrimiento que ocasiona.
Cuando una persona lleva a cabo ese proceso, no lo hace voluntariamente. Esta construcción psicológica es similar a la que se realiza ante un trauma; es decir que el impacto emocional llega a ser tan fuerte, que desborda la capacidad de una persona para abordarlo razonablemente y se manifiesta en conductas inadecuadas, sin que el afectado se lo proponga. Además, muchas veces la catastrofización ante el dolor se debe a que el médico o el terapeuta no explican suficientemente la condición de salud y la naturaleza de las sensaciones molestas. De este modo, la persona afectada tiene percepciones que le resultan extrañas y que, por lo mismo, inducen a una gran aprehensión sobre lo que está sucediendo en su cuerpo.

El dolor físico ocasiona sufrimiento emocional, así como a veces ocurre lo contrario. Hay que tomar en cuenta que tal dolor físico no es una experiencia aislada en la vida. Se produce en el marco de determinadas circunstancias, dentro de las que se destaca el estado emocional de la persona que lo padece.

Las típicas respuestas que nacen de la catastrofización ante el dolor son dos:

  1. Miedo-evitación. En esta respuesta suelen predominar los sentimientos de ansiedad. La aprehensión hacia el dolor físico lleva a rechazar totalmente esta experiencia. Toda señal de dolor se ve directamente como una amenaza al bienestar.
  2. Afrontamiento pasivo. En este tipo de respuesta suelen predominar los sentimientos depresivos. El dolor físico se aborda como un martirio que se debe padecer y frente al que es imposible responder de manera activa.

En ambos casos, el estado emocional implicado y la actitud frente a la experiencia suelen llevar a que la experiencia de dolor se magnifique. Esta construcción mental lleva a que, efectivamente, el dolor se perciba con mayor intensidad y el sufrimiento sea mucho mayor.

Lo adecuado en estos casos es elaborar una nueva forma de ver la experiencia, que sea más realista y más constructiva para quien padece la sensación. Lo más difícil de vencer es el miedo al dolor. Por naturaleza, todos queremos evitarlo, pero también todos lo experimentamos alguna vez. Si se logra equilibrar la mente y las emociones con toda certeza la experiencia del dolor se volverá mucho más abordable y se podrá sobrellevar mejor.

Para lograrlo, hay varios ejes a tener en cuenta:

  • Observación. Conocer el dolor es una vía para abordarlo de mejor manera. Es conveniente respirar y hacerle un seguimiento mental a ese dolor, tratando de precisar la localización y las características del dolor que se experimenta.
  • Aceptación. No resistirse a la experiencia podría ayudar a reducir el sufrimiento ocasionado por el dolor y el dolor mismo. La respiración o las medidas paliativas naturales ayudan a sobrellevar ese dolor.
  • Comprensión. Informarse acerca de la naturaleza y las propiedades del dolor ayuda a enriquecer la observación y a afianzar la aceptación. Los médicos juegan un papel importante en esto.
  • Matizar el enfoque. El dolor no puede convertirse en el único aspecto al que se enfoque la atención. Es importante impedir que invada globalmente la vida y que lleve a que constantemente se piense en este.

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